Voy a decir una obviedad: para mí, lo natural es la vida. Me he acostumbrado a pensar la muerte, a hablar de ella, a nombrarla, pero lo único que he conseguido es que esa palabra resulte familiar a mi mente, igual que lo son las imágenes, los recuerdos o fantasías a los que va asociada mi experiencia. Por lo demás, la muerte, ella, sigue siendo lo más alejado de mí. Porque estoy viva, simplemente, porque no puedo ser sino algo que vive. Puedo imaginarme inmóvil, rígida, pálida y con la mirada fija a imagen" de los muertos; puedo imaginar mi cuerpo con el aspecto que da la muerte, pero no puedo imaginarme sin mí. Mientras yo viva, la muerte sigue siendo lo más ajeno a mí, lo absolutamente otro. ¿Cómo acostumbrarse a lo que nunca nos sucede sino una única vez y en el último instante?
«Yo no creo en la privatización de las ideas ni en su mercantilización, creo firmemente que deben fluir, mezclarse, programarse, evolucionar. Pero este ejercicio deben hacerlo personas con un mínimo de imaginación o personas carentes de ella pero con una ética mínima para nombrar sus influencias, si no, no hay desarrollo ninguno, es pura cita sin referentes, es básicamente plagio. También creo en el respeto hacia las personas que desarrollaron y llevaron a cabo buenas ideas. ¿Qué tipo de red estaríamos creando si en lugar de influenciarnos unxs a otrxs, si en lugar de compartir, nos dedicáramos a atribuirnos las ideas de otros sin siquiera mencionar su nombre? Para mí, como artista y performer, es muy bello nombrar mis referentes e influencias, lo hago constantemente, a través de mi expresión escénica, a través de mi web.»
Diana J. Torres, Pornoterrorismo (2013)