In my room,
2017
LOSER, my first embroidery
Bordado, 27x77 cm
En uno de los tempranos ensayos de Susan Sontag, concretamente Against Interpretation (el cual fue publicado por vez primera en Evergreen Review, el año 1964), la autora advierte que “el verdadero arte tiene el poder de ponernos nerviosos”. Esta conclusión viene a dar respuesta a la cantidad de discursos que, desde la crítica del arte, intentaron mancillar de capas de significado a obras que, sencillamente, jugaban con la potencia de la literalidad.

En 2016 finalizo mis estudios en la Escola Massana y advierto mi futuro artístico y laboral como un fracaso. Un fracaso por no estar segura de querer recorrer el circuito del arte que dicta la ciudad condal de Barcelona y por no asumir (todavía) la madurez y las ganas que implica el formar parte de un círculo -la mayoría de las ocasiones- sectario.

Fracasada es un tapiz situado en la cabecera de mi habitación, bordado a punto de cruz intencionadamente, donde el mensaje es tratado desde la estética de lo “cuqui” y lo kitsch. Bebe de las revistas de labores destinadas al sector de la población que durante tanto tiempo ha estado catalogado como “femenino” en la dicotomía hombre/mujer establecida por el monógamo-hetero-patriarcado. “Las labores de Ana” es un ejemplo de uno de sus muchos dispositivos, teniendo en cuenta que el tejer durante mucho tiempo ha estado relacionado con el supuesto sexo débil. Al igual que muchos colectivos oprimidos han hecho el ejercicio de empoderarse a través del insulto, es decir, adueñarse de éste, elijo este lenguaje y herramientas estéticas para lanzar un mensaje claro y conciso. Y esta decisión no es una denuncia hacia el acto de tejer, sino una crítica al sector de la población que opina que dicha actividad es cosa de “mujeres” y que entiende dicha práctica como un arma para mantener a un sector oprimido de la sociedad distraido y silenciado (tal y como algunas concejalas del partido fascista Vox pretenden implantar en algunas escuelas de manera obligatoria para las niñas y chicas de este “país”). El tejer es una práctica hermosísima que implica un silencio pensado si se desempeña en soledad y que, a su vez, permite la conversación si se desarrolla en compañía.

Fracasada es la culminación de un sentimiento tratado desde la ironía y la burla. Hacia mí misma como sujeto precario, hacia el sistema capitalista que incita a la competencia para seguir manteniendo un mundo donde el éxito de unos pocos se sustenta sobre el fracaso de un grupo mucho más mayor que, sinérgicamente, lucha por estar en el lado contrario. Fracasada es un bordado porque el fascismo de la felicidad nos obliga a definirnos y etiquetarnos constantemente, así que funciona como un statement o currículum vitae, como una carta de presentación, un saludo, una invitación a repensar cual es nuestro papel dentro del sistema que nos sustenta y sustentamos, siempre y cuando estemos dispuestos a reirnos de ello después.

No existe nada de casual ni son coherentes -en este contexto- más interpretaciones sobre dicho bordado. Ofrezco una superficie donde el texto no pretende decir nada más de lo que hay en él escrito. Todavía parte de la crítica institucional y de la sociedad sigue anclada en la creencia de que las obras de arte pretenden esconder o decir más cosas de las que sus propios materiales y formatos presentan. Que la voz del artista está incompleta, que es necesaria su interpretación. Yo sé lo que quiero decir y cómo quiero decirlo, así que Fracasada es simplemente eso, un tapiz en el cabezal de mi habitación.
PLUJA ÀCIDA. Subversions feministes / 2020
Exposición colectiva comisariada por Mireia González
Matas i Ramis, Barcelona